En un evento reciente que ha capturado la atención pública, el artista Lenier agredió brutalmente a Ultrack, un influencer y activista político de Florida. Según informes, el incidente ocurrió en un local en Miami y fue provocado por comentarios que Ultrack había hecho sobre un viaje de Lenier a Cuba. Aquí es donde me detengo y reflexiono: ¿Qué es lo que está pasando en nuestra sociedad cuando personas que deberían ser modelos a seguir actúan de esta manera?
En primer lugar, la libertad individual es un valor fundamental que debe ser respetado por todos. Si Ultrack criticó a Lenier por un viaje a Cuba, eso es un ejercicio de su libertad de expresión. No se justifica bajo ninguna circunstancia que esta crítica se responda con violencia.
En segundo lugar, la violencia nunca es la solución a nuestras diferencias. Este acto no solo refleja mal en Lenier y su equipo, sino que también daña la percepción del público sobre qué es aceptable en el discurso y el desacuerdo.
Es preocupante pensar que estas figuras públicas puedan ser vistas como representantes de la comunidad cubana en general. No lo son. No representan a los ciudadanos cubanos que han trabajado arduamente para construir una vida en Miami, una ciudad que hoy se considera la capital de los latinoamericanos. Tampoco representan a los cubanos en Cuba, que enfrentan innumerables desafíos cada día pero que continúan viviendo de manera decente y honrada.
La polarización parece estar alcanzando niveles extremos en nuestra sociedad. Aquellos que huyen de la polarización en Cuba se encuentran con la misma dinámica, aunque de signo contrario, al llegar a Miami. La moderación y el respeto por las diferencias parecen estar desapareciendo, reemplazados por una intolerancia preocupante.
Este acto violento y otros similares deben ser condenados en los términos más enérgicos. Además de las posibles consecuencias legales para los involucrados, debemos, como sociedad, rechazar este tipo de comportamiento y recordar los valores que hacen fuerte a una comunidad: respeto, tolerancia y un compromiso con la paz y la libertad.
Porque, al final del día, lo que estos actos de violencia realmente revelan es una erosión de nuestros valores sociales y una amenaza a las libertades que todos deberíamos mantener sagradas. Es hora de recordar quiénes somos y qué representamos.
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