Los recientes incrementos en los precios de la electricidad en España reflejan una amalgama de tensiones geopolíticas y conflictos a nivel global. Un análisis detallado revela cómo estos eventos han resonado en el mercado energético español, exacerbando las tarifas eléctricas y presionando la economía doméstica.
El conflicto entre Israel y Hamas ha dejado una huella notable. Posterior al inicio de las hostilidades, el precio medio de la electricidad en el mercado mayorista español se disparó en un 26%, alcanzando los 125,39 euros/MWh, marcando una alta en seis semanas desde la eclosión del conflicto. Este incremento es significativo, sobre todo al compararlo con el precio medio de septiembre, que se ubicó en 103,6 euros/MWh.
La escena geopolítica global también ha jugado un papel crucial. La escalada del conflicto entre Israel y Palestina, junto con incidentes como la ruptura de un gasoducto en Finlandia, han catalizado un encarecimiento energético. En un ejemplo palpable, el precio del gas se elevó casi un 40% en una semana, propulsando a su vez los precios de la electricidad en España a niveles de 120 euros por MWh, una cifra anormalmente alta, aunque todavía menor a la vista a mediados de 2022.
El terreno en Europa Oriental también resiente las tarifas eléctricas españolas. La invasión de Ucrania por parte de Rusia, que elevó los precios del gas, derivó en un incremento en los costos eléctricos. Los precios en el mercado mayorista de la electricidad se elevaron notablemente en la segunda mitad de 2021, impulsados por tres factores: el funcionamiento del mercado marginalista, el alto precio del gas en la estela de la guerra en Ucrania, y el levantamiento del tope al mercado mayorista en mayo de 2021.
Estas situaciones geopolíticas han configurado un escenario de precios eléctricos elevados en España, desafiando la economía doméstica y generando presión sobre el gobierno, especialmente en lo tocante a la revisión de las ayudas a la energía. La interconexión de los eventos globales y los mercados locales resalta la importancia de una gestión energética robusta y una política exterior vigilante para mitigar futuros shocks económicos.
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