Cali, Colombia 11 Sep — En una conferencia histórica que culminó en la ciudad colombiana de Cali, diecinueve naciones latinoamericanas acordaron una "hoja de ruta" con el objetivo de alcanzar un "consenso regional" sobre el complejo problema mundial de las drogas.
El evento, denominado Conferencia de Latinoamérica y el Caribe sobre Drogas, congregó a líderes y altos funcionarios de la región, entre los que destacaron la presencia de los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y México, Andrés Manuel López Obrador. Además, se contó con la participación de ministros y viceministros de países como Nicaragua, Costa Rica, Cuba y Perú.
El canciller colombiano, Álvaro Leyva Durán, calificó el acuerdo como histórico. "Acordamos delinear un camino hacia el futuro y definir etapas para buscar consensuar nuestras posiciones", dijo al presentar el "documento final de Santiago de Cali". Este documento propone posturas comunes y define pasos hacia una cumbre de jefes de Estado y Gobierno latinoamericanos y del Caribe. El propósito es "llegar a la cumbre internacional de drogas de 2025 con una visión común", según la canciller mexicana, Alicia Bárcena. Una propuesta notable es la de Bolivia, que sugiere "crear una alianza latinoamericana antinarcóticos".
El documento consta de diez puntos clave, entre los cuales se destacan compromisos y se aborda la necesidad de "cambiar el paradigma y reconocer el fracaso de la guerra contra las drogas", una postura que busca una respuesta más integral al problema de las drogas. Bárcena resaltó que se busca abordar las causas estructurales como "desigualdad, pobreza, falta de oportunidades y violencia".
Adicionalmente, se hizo un llamado para no estigmatizar a los campesinos y migrantes de la región: "No son traficantes, son trabajadores en busca de oportunidades", enfatizó Bárcena.
Las conclusiones del encuentro se entregaron a los presidentes Petro y López Obrador, quienes han mostrado un interés particular en liderar el camino hacia una cumbre mundial sobre el tema. Estos países buscan presentar una voz unificada en el escenario global, promoviendo perspectivas de salud pública, prevención y descriminalización.
Este evento marca un paso inicial en un proceso que busca cambiar el enfoque y estrategia regional sobre las políticas de drogas.
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