Por Angel Reyes, corresponsal en La Habana, Cuba
La Habana, Cuba—El Capitolio Nacional de La Habana, conocido comúnmente como el Capitolio Cubano, es mucho más que una mera estructura de mármol y bronce. Este imponente edificio, que recuerda al Capitolio de los Estados Unidos en Washington, D.C., es un hito arquitectónico y un símbolo cultural y político que ha sido testigo de numerosos cambios a lo largo del último siglo.
Origen e Historia
Construido entre 1926 y 1929, bajo la dirección del arquitecto Eugenio Raynieri, el Capitolio se erige en el corazón de La Habana como una manifestación de la ambición y el optimismo que caracterizaron a la Cuba de aquel entonces. Inicialmente destinado a albergar al Congreso Cubano, el edificio ha tenido diversos usos con el tiempo, desde ser la sede de la Academia de Ciencias de Cuba hasta servir como espacio para eventos culturales y turísticos.
Arquitectura y Diseño
El Capitolio Cubano es famoso por su cúpula, que durante un tiempo fue la quinta más grande del mundo. Inspirado en la arquitectura neoclásica, el edificio combina elementos de varias épocas y estilos, lo que le confiere una singular elegancia. El interior es igualmente espléndido, con acabados de mármol, una estatua de bronce en su Salón de los Pasos Perdidos y diversas obras de arte que adornan sus paredes.
Rol Político y Social
Durante años, el Capitolio estuvo prácticamente abandonado en términos políticos, ya que tras el triunfo de la Revolución en 1959, las funciones del Congreso se trasladaron a otros lugares. Sin embargo, el edificio nunca perdió su relevancia social y cultural. En 2019, con la reforma constitucional, el Gobierno cubano decidió que el Capitolio volvería a ser la sede de la Asamblea Nacional del Poder Popular, restableciendo su importancia en la vida política de la nación.
Renovación y Futuro
En los últimos años, el Capitolio ha experimentado importantes trabajos de renovación para restaurar su antiguo esplendor. Estos esfuerzos forman parte de un proyecto más amplio de revitalización del centro histórico de La Habana, que busca preservar el patrimonio arquitectónico y cultural de la ciudad.
Más allá de la política y la arquitectura, el Capitolio sigue siendo un símbolo de la compleja identidad cubana, una mezcla de tradición y modernidad, de influencias extranjeras y raíces locales. Su presencia imponente en el paisaje habanero lo convierte en un ícono ineludible, un testigo mudo pero elocuente de la historia y la evolución de Cuba.
Este edificio, en su renovada majestuosidad, no es solo un recordatorio del pasado, sino también un signo de las aspiraciones futuras de un país en constante cambio.
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