La situación en Jan Yunis se ha intensificado, con un flujo masivo de personas provenientes del norte utilizando toda forma de transporte posible: vehículos, equinos, carros y caminando, en casos donde no hay otras opciones.
Desafortunadamente, lo que encontraron fue una ciudad en apuros, totalmente impreparada para acoger a una población que casi se duplicó en un breve periodo. La localidad está ahora repleta de individuos desplazados, que buscan desesperadamente un refugio.
Las continuas tensiones debido a los conflictos y la proximidad de acciones militares israelíes, en respuesta a los recientes asaltos desde Gaza que resultaron en la pérdida de 1.300 vidas en Israel, ha hecho que muchos desoigan las instrucciones de Hamás de permanecer en sus lugares. Pero en esta angosta franja territorial, rodeada y aislada del mundo exterior, las alternativas son escasas y la seguridad es esquiva.
Así, una gran cantidad de residentes de Gaza, muchos de los cuales ya habían experimentado el horror de los bombardeos y desplazamientos, se encontraron convergiendo en Jan Yunis, aterrados ante un futuro incierto.
Esta urbe, que normalmente hospeda a 400,000 individuos, vio cómo su población se elevaba a más de un millón de un momento a otro. Además de los que venían del norte, algunos arribaron desde el este, una zona que ya había sufrido en conflictos pasados.
Todos ellos requieren un techo y sustento, pero la duración de esta necesidad es incierta. Los recursos son limitados y se están agotando a un ritmo alarmante. La ciudad ya estaba desbordada antes de esta afluencia masiva, y la situación se ha exacerbado.
El hospital principal de la ciudad, ya en dificultades por falta de insumos esenciales, ahora no solo atiende a los enfermos y heridos provenientes del norte, también ha tenido que abrir sus puertas como refugio. Los refugiados llenan los corredores mientras el personal médico atiende a las víctimas de los bombardeos. El clamor de las voces resuena en el ambiente.
Las personas buscan refugio en los hospitales, considerados como santuarios en tiempos de guerra según las normas internacionales, aunque los profesionales médicos se encuentran con recursos insuficientes para atender la nueva oleada de necesitados.
En otros lugares, los habitantes locales están acogiendo a los recién llegados, pero en Jan Yunis, donde muchos ya vivían en condiciones de hacinamiento, ahora comparten espacios reducidos. Las escuelas, vistas como zonas seguras, también están abarrotadas de familias, cocinando en espacios abiertos mientras los niños esperan con hambre.
Con el espacio y los recursos mermados, la desesperación humana se evidencia en las calles, bajo puentes y en callejones, viviendo en condiciones adversas y con un futuro incierto.
La escasez de comida, combustible y agua es palpable. La ciudad no está exenta de los bombardeos continuos, manteniendo a la población en un estado de alerta constante. El miedo a represalias es una constante.
Gaza enfrenta un momento crítico, con su gente luchando por sobrevivir en un ambiente de desesperación y angustia. La única vía de escape, el paso fronterizo de Rafah hacia Egipto, permanece cerrado, y su apertura podría desencadenar una catástrofe humanitaria aún mayor. La situación es grave y clama por una intervención inmediata de la comunidad internacional.
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