Tomado de la publicación en facebook de Carmen Álvarez
La Loma de Chaple ostenta el honor de ser uno de los puntos más elevados de La Habana, con una altura de 66 metros sobre el nivel del mar. Ubicada entre la Calzada 10 de Octubre y Lacret, esta elevación ofrece una de las vistas panorámicas más asombrosas de la capital cubana.
Desde su punto más alto, los visitantes pueden disfrutar de una perspectiva que abarca desde el Monumento a José Martí hasta el Capitolio, pasando por el icónico Morro a la entrada de la Bahía de La Habana. Pero lo que realmente le confiere a la Loma de Chaple su carácter singular son las historias que resguarda y el legado arquitectónico que todavía pervive.
Esta loma fue en su tiempo una zona residencial y exclusiva de la ciudad, urbanizada por Don Eduardo Chaple durante la primera mitad del siglo XX. Las casas que se erigieron en su cima eran mansiones majestuosas, con techos altos, grandes ventanales y puertas que superan los tres metros de altura. Estas residencias estaban diseñadas de tal forma que siempre se podía sentir la brisa, incluso en las tardes más calurosas del verano habanero.
Sin embargo, el tiempo ha dejado su huella. Hoy en día, la mayoría de estas estructuras son apenas esqueléticas fragmentaciones del pasado glorioso que una vez fue. Pero incluso en su estado actual, continúan siendo un recordatorio vívido de una época y un estilo de vida que, aunque ya no existan, forman parte del tejido histórico y cultural de La Habana.
Estas mansiones, ahora en su mayoría en ruinas, no son solo estructuras de piedra y mortero; son los guardianes silenciosos de historias, de familias y de vecinos que una vez hicieron vida en este rincón especial de la capital cubana.
No es solo un mirador desde el cual apreciar la belleza de La Habana, sino también un espacio donde se puede sentir, casi tocar, el peso y la textura de la historia.
Publicado en el grupo Nostalgia Cuba en Facebook. 🇨🇺
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