Información tomada del post de Carmen Álvarez en el grupo de Facebook “Nostalgia Cuba”.
José María Mijares, nacido en Santos Suárez en 1921, es una figura icónica en el panorama del arte cubano y latinoamericano del siglo XX. Su legado artístico no solo destaca por su maestría en la pintura al óleo y su incursión pionera en la abstracción geométrica, sino también por la forma en que incorporó la figura femenina en su obra, creando un singular universo lleno de sensualidad y auténtico sabor cubano.
Mijares inició su educación artística en 1936 en la Escuela de Arte San Alejandro, donde fue discípulo de grandes maestros como Romañach, Menocal y Valderrama. Su trayectoria lo llevó a ser reconocido mundialmente y a formar parte del grupo de Maestros de la pintura cubana junto a artistas de la talla de Carlos Enríquez, René Portocarrero y Cundo Bermúdez.
En la década de 1950, el artista exploró profundamente la abstracción geométrica, marcando un hito en el arte cubano. Sin embargo, su exilio lo llevó a desarrollar propuestas neobarrocas que capturan una sensualidad barroca y una identidad profundamente cubana. Su obra se caracteriza por “un singular universo de habaneras y vitrales, arlequines, pájaros y máscaras”, elementos que evocan tanto la diversidad cultural como la esencia de la mujer cubana.
Mijares falleció en Miami en el año 2004, pero su legado sigue vivo y su contribución al arte y a la representación de la mujer en la plástica cubana sigue siendo objeto de estudio y admiración.
En una época donde la lucha por la igualdad de género y la representación de la mujer en el arte son temas cada vez más relevantes, la obra de José María Mijares nos invita a reflexionar sobre la importancia de incorporar estas perspectivas en el diálogo artístico.
Con su pincel, Mijares no solo coloreó lienzos; también añadió matices inolvidables a la historia del arte cubano y latinoamericano.
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