La Habana, 18 de Septiembre de 2023 — La Plaza de la Revolución en La Habana, uno de los lugares más emblemáticos de Cuba, es conocida como un símbolo de los ideales revolucionarios de la isla. Sin embargo, muchos desconocen que su verdadero nombre es la Plaza Cívica y que su origen nada tiene que ver con la Revolución Cubana de 1959, sino con un proyecto urbanístico llevado a cabo durante el gobierno de Fulgencio Batista en la década de 1950.
Un Proyecto de la Era de Batista
La Plaza Cívica fue concebida en un momento en que Cuba experimentaba una ola de obras arquitectónicas e infraestructurales bajo el gobierno de Batista. El objetivo era hacer de la plaza el epicentro de la circulación vial de La Habana, enlazando los puntos cardinales de la ciudad mediante cuatro avenidas.
El proyecto también incluía un monumento dedicado al apóstol José Martí, de una escala significativamente mayor al monumento existente en el Parque Central. El proyecto había sido aprobado en enero de 1938 y tras un concurso, se seleccionó al escultor Juan J. Sicre y al arquitecto Aquiles Maza para su ejecución.
La Ubicación y Diseño del Monumento
Batista optó por ubicar el monumento en la Loma de los Catalanes, una decisión influenciada por los estudios de urbanización del arquitecto Forestier en 1926. El diseño de la plaza se planeó para ser el centro de un sistema de avenidas y plazas, rodeado de grandes edificios públicos como la Biblioteca Nacional, diversos Ministerios, un Museo, la Escuela de Bellas Artes, entre otros.
Cambio de Nombre y Terminación del Proyecto
La construcción del monumento y la plaza comenzó en 1953. A finales de 1958, se habían completado el obelisco y la estatua de Martí, pero aún faltaban áreas circundantes y la tribuna. En 1959, cuando Fidel Castro tomó el poder, el proyecto se completó y la Plaza Cívica fue rebautizada como la Plaza de la Revolución.
La Realidad Histórica
Es importante resaltar que este proyecto fue ideado y en gran parte ejecutado durante la Cuba Republicana, previa a 1959. La administración posterior simplemente concluyó lo que ya se había comenzado y, como ocurrió con muchas otras obras existentes, cambió el nombre al que conocemos hoy día.
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