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  • Foto del escritor Redacción ©CubaHerald

Latinoamérica: Una de las regiones más afectadas por desastres naturales


Desastres
Piyush Priyank

San José, CR, 12 de Sep - La región de América Latina y el Caribe se encuentra en una posición alarmante como la segunda zona con mayor exposición a desastres naturales, justo detrás de Asia y el Pacífico. Durante los últimos 20 años, ha sido impactada por más de 1.500 eventos catastróficos.

Un informe reciente de las Oficinas de la ONU para Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y para la Reducción del Riesgo de Desastres, reveló que desde el inicio del milenio, los fenómenos naturales han perjudicado a aproximadamente 190 millones de habitantes en la región. Este número indica que alrededor del 30% de la población ha enfrentado algún desastre, ya sea un huracán, terremoto, sequía, alud o erupción volcánica.

Los expertos advierten que los recientes huracanes de la temporada actual ya han causado estragos en partes del Caribe. Además, el fenómeno climático "El Niño" podría desencadenar efectos devastadores en las comunidades vulnerables de Centroamérica y Sudamérica.

Shelley Cheatham, jefa regional de OCHA para América Latina y el Caribe, enfatizó que los desastres no ocurren en el vacío. Estos eventos extremos a menudo se desarrollan en áreas donde la pobreza, desigualdad, inseguridad alimentaria, desplazamiento y violencia son la realidad cotidiana de muchos.

El informe también destaca que factores como la densidad poblacional, el crecimiento urbano descontrolado, el cambio climático, la migración, la degradación ambiental y la explotación de recursos naturales incrementan los riesgos.

Es preocupante que eventos relacionados con el clima, como las sequías y tormentas, estén mostrando una tendencia al alza en términos de frecuencia e intensidad debido a su naturaleza cíclica.

Los especialistas subrayan que aunque no todas las amenazas naturales pueden evitarse, es factible prevenir que estas se transformen en grandes catástrofes mediante estrategias adecuadas, como sistemas de alerta temprana. Emphasizan la necesidad de inversiones tanto públicas como privadas para abordar las raíces de estos riesgos y garantizar una mejor preparación y respuesta frente a futuros desafíos.

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